Los Objetivos de Desarrollo Sostenible








INCIDEM quiere compartir algunas reflexiones respecto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), esos 17 retos universales en pro de erradicar la pobreza extrema en nuestro planeta, con la vista puesta en el no tan lejano 2030. No pretendemos hacer un análisis exhaustivo de los mismos, pues requeriría un extenso informe y ya existe amplia literatura al respecto, pero si queremos poner de relieve de manera positiva lo que ha aprendido el mundo del Desarrollo a lo largo de tantos años de esfuerzos, así como algunas carencias que desde nuestro punto de vista hay que incorporar en la agenda actual.




Desde que allá por el 1949 la ONU creara el PNUD para auxiliar a los países empobrecidos hasta la última Cumbre Mundial de los ODS, los actores del Desarrollo han evolucionado enormemente, han aprendido de los errores, han configurado una nueva manera de trabajar contra la pobreza. Las Cumbres Mundiales empezaron con la caída del muro de Berlín y dieron paso a la cooperación multilateral, y viendo hoy los ODS, podemos certificar que el Desarrollo ha cambiado mucho desde entonces. Vamos a intentar comprender lo avanzado y la situación actual desglosando el Desarrollo en sus preguntas básicas.



¿Qué es desarrollo?

El desarrollo es utilizado para definir el proceso que habilita cambios orientados a mejorar las condiciones de vida humana.  Esta conceptualización ha variado a lo largo de los años, por visiones asistencialistas e instrumentales de la ayuda, sin tener en cuenta el carácter multidimensional del desarrollo. Por ello, los planes actuales de Desarrollo y los 17 ODS para erradicar la pobreza hablan de seguridad alimentaria, sanidad, educación, igualdad de género, agua, energía, trabajo decente, industria, consumo responsable, clima, vida marítima, alianzas, instituciones publicas, urbanismo, justicia, instituciones fuertes y paz, pues todos son causas directas para que el ser humano no se desarrolle dignamente como tal.














¿Quién hace desarrollo?

Es patente que los ODS exigen la participación de todos los colectivos de la sociedad.. El modelo de actores donantes y receptores, con acuerdos bilaterales, debe ser sustituido por la colaboración de todos: a nivel público, los gobiernos nacionales, deben incluir a los regionales y municipales en los planes de desarrollo; a nivel privado, las asociaciones y ONG’s, tradicionalmente participantes, deberán convivir con las empresas, las universidades y a la prensa sin que ello suponga la comercialización de los proyectos; y a nivel individual, los ODS exigen a todas las personas su compromiso personal y en su entorno por hacer de este mundo un lugar mejor.



¿Por qué desarrollo? El motor tradicional de la cooperación al desarrollo ha sido la solidaridad de aquellos que sufrían con el drama ajeno, pero no ha sido el único, pues también han existido intereses comerciales y políticos, dinámicas arrogantes de los países ricos dispuestos a colonizar países, implantando recetas económicas supuestamente exitosas y modelos de sociedad convenientes solo para ellos. Hoy, debemos pregonar que el motor de el Desarrollo no es la solidaridad más o menos enmascarada, sino la justicia y los derechos universales. Todo estamos obligados por ética a mejorar las condiciones de vida de los miembros de la sociedad a través de un incremento de los bienes con los que puede cubrir sus necesidades básicas y complementarias, y de la creación de un entorno social en el que respeten los derechos humanos de todos ellos. Hay que hacer desarrollo para medir la calidad de vida del ser humano en este planeta, acabando con las penurias que nos azotan.




¿Dónde hay que hacer desarrollo? Por fin desterramos el hacer cooperación en los países subdesarrollados, en vías de desarrollo, ni en los receptores, ni en los del Sur, eso ya es antiguo, el desarrollo, según certifican los  ODS, es un reto para todos los países y en todos los países. Todas las naciones deben ser conscientes de que existen realidades de pobreza en su propio territorio y que deben ser solucionadas con políticas de desarrollo, a través de la colaboración con otros actores. Se acabaron los países ideales y los erróneos, el mundo es complejo y adolece de plagas globales.


¿Cuándo?

Ya. Ya vamos tarde. Las cifras de muertos por hambre, enfermedades, conflictos armados o catástrofes medioambientales nos muestran una tragedia humana insoportable para el mundo. La inacción frente a problemas crecientes como la seguridad alimentaria, el cambio climático, la dependencia energética, el acceso al agua o las desigualdades entre ricos y pobres agrava más si cabe la amenaza de víctimas y aumenta el desafío de su erradicación. Además, por no haber prevenido situaciones de exclusión social, corrupción, democracia, etc. surgen nuevas necesidades de ayuda humanitaria y política de desarrollo en territorios tradicionalmente estables, que provocan tragedias humanas como los refugiados que huyen del infierno sirio.




¿Cómo hacer desarrollo?

Es sin duda la pregunta más difícil de contestar, pues la variedad de campos y situaciones en donde trabajar exige distintas metodologías, pero a nivel general si podemos afirmar que existen principios convenientes de cómo se debe trabajar en el desarrollo. En primer lugar, los derechos del ser humano y las reglas democráticas deben ser las reglas generales de actuación. En segundo lugar, hemos aprendido que sin la participación efectiva de todos los actores implicados, el proyecto carece de madurez en su diseño, de viabilidad en su aplicación y de sostenibilidad en su éxito. En este sentido, el empoderamiento de las mujeres o la lucha contra la exclusión social son elementos clave para que nadie se quede fuera del Desarrollo. En tercer lugar,  para  acabar con la pobreza estructural en el mundo debe haber una labor coordinada, que se vea arropada por la coherencia del resto de políticas públicas y privadas.




Por último, es preciso, como no, destacar el aspecto territorial del desarrollo, como respuesta transversal a todas las preguntas anteriores. El desarrollo está íntimamente vinculado a las ciudades y es el próspero desarrollo de las mismas, la que puede erradicar la pobreza en el mundo. Son las autoridades locales y los actores locales los más indicados a liderar su propio desarrollo, compartiendo el reto de mejorar el mundo con el resto de ciudades. Hay una parte del desarrollo que se realiza con grandes actores y grandes políticas, pero hay otro desarrollo igualmente importante que se hace por actores pequeños en cada casa, calle, barrio y en cada municipio preocupado por el bienestar de sus conciudadanos. Y es imprescindible elevar la importancia del municipalismo en el desarrollo cuando a día de hoy la población urbana crece desmesuradamente, cuando son las ciudades el principal cobijo para la población más expuesta a la pobreza extrema.

INCIDEM quiere hacer un llamamiento a la sociedad en general y a los poderes público y privados en particular, para que apuesten por el desarrollo local como el medio adecuado para acabar con las miserias de este mundo. Así, la siguiente era de cooperación internacional tendrá que focalizarse en la acción local, nacional e internacional de manera profunda, basada en los ejes ODS de desarrollo económico, social y medio ambiente, los cuales están interrelacionados de tal manera que es imposible tratarlos como factores independientes. Solo el compromiso de todos los ciudadanos podrá conseguir que las ciudades tengan mejores medios, capacidades y dinámicas para convertirse no solo en lugares donde vivir o sobrevivir sino en núcleos de desarrollo humano.




Comentarios

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