La cooperación internacional al desarrollo en las "alcaldías del cambio" ¿la necesidad de un nuevo modelo?
Jimena Ñáñez Ortiz
Las elecciones municipales y
autonómicas acaecidas en España en el 2015 representaron un punto de inflexión
en la historia política de la democracia reciente en el país. En tanto se
abrieron espacios para agrupaciones políticas e iniciativas populares con
programas divergentes a los partidos tradicionales que se han alternado en el
poder desde la transición. Estas fuerzas emergentes cuestionan fuertemente el
sentido de la acción política, la forma de asignación de derechos por parte del
Estado que cada vez más deja paso al mercado, el manejo de la crisis económica
a través de la imposición de las políticas de austeridad, entre otros
elementos.
Las llamadas “alcaldías del cambio”
entre las que se encuentran A Coruña, Badalona, Barcelona, Madrid, Pamplona, Santiago
de Compostela, Valencia, Zaragoza, Cádiz, y otras muchas de municipios pequeños
que no tienen tanto protagonismo, en sus primeros meses de gobierno han tratado
de implementar sus programas, con más o menos obstáculos en los cuales no
entraremos, e instaurar una forma de hacer política más cercana a la comunidad.
Entre las políticas que se plantean impulsar, en un renglón de importancia
muy inferior a las que tienen que ver con la grave situación social y económica
de las comunidades asentadas en sus territorios, se encuentra la política de
cooperación internacional al desarrollo. Política pública que prácticamente fue erradicada de
las agendas locales en años pasados bajo la justificación de la crisis
económica-financiera y la reducción del déficit y respaldada en muchos casos
bajo la aparente legitimación del discurso de los “españoles primero” o en el
peor de los casos utilizada como escaparate para la apropiación indebida de
dinero público.
El caso del
Ayuntamiento de Madrid es muy representativo del primer conjunto de elementos
señalados. Desde mediados de los años noventa el ayuntamiento logró implementar
un conjunto de políticas de cooperación al desarrollo, con deficiencias y
fortalezas, hasta llegar a ser uno de los ayuntamientos que más dinero
destinaba a proyectos de ayuda al desarrollo y combate contra la pobreza. Sin embargo, a partir del año 2005 la partida presupuestaria destinada a esta
política sufrió continuados recortes hasta que en el año 2011 se eliminó en su
totalidad, tras suspender en el 2010, el principal
instrumento de acción, la convocatoria de subvenciones a ONGD.
El actual gobierno del
Ayuntamiento, representado por Ahora Madrid, anunció en días pasados que en los
presupuestos de 2016 se encuentra prevista una partida para cooperación internacional
de 11 millones de euros. Este anunció representa la voluntad y el compromiso
político del consistorio con el combate a la pobreza, a la desigualdad y la
solidaridad con otros pueblos, en coherencia con el discurso político y popular
de la agrupación. Es importante señalar, que en esta partida no se encuentra
incluida la ayuda a los refugiados anunciada por la alcaldesa Manuela Carmena.
La voluntad política
dotada de presupuesto es una muestra clara que la intención es revivir la
política de cooperación internacional del ayuntamiento. Ahora bien, desde
nuestro punto de vista el desafío para los gobierno locales que se encuentran
en esta misma línea se presenta en la forma y el sentido político que va a adquirir esta política, es decir, asegurar que el contenido de la acción responda
a los cambios políticos acaecidos en los últimos años, a los retos planteados
por la agudización de la crisis social y económica pero también al reclamo de
mayor participación social en las decisiones de las políticas públicas, a la
emergencia de actores sociales y al nuevo papel que deben jugar las ciudades y
los gobiernos municipales en el pulso por la democratización del sistema internacional.
En este sentido,
consideramos que es necesario replantear las políticas de cooperación que se
venían desarrollando antes de su suspensión y a partir de las lecciones
aprendidas crear políticas innovadoras de cooperación internacional que
permitan una renovación de la narrativa así como de los instrumentos empleados
para la aplicación de la política. Los cuales deben estar enfocados hacia la horizontalidad, la
creación de redes, la articulación de actores, la transferencia de
conocimientos y saberes, la cooperación multinivel y la transversalidad de la
política en los gobiernos. Asimismo aprender de experiencias de cooperación con otros enfoques llevadas a cabo en África, América Latina o Asia en el marco de la Cooperación Sur-Sur o la Cooperación Triangular o de los procesos de articulación de los movimientos sociales que manifiestan nuevas epistemes que conforman el Sur Global.
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