Lineamientos con Colombia


Si Colombia aparece en alguna conversación veraniega, seguramente sea para señalar la nacionalidad del flamante fichaje del Real Madrid, el cucuteño James Rodríguez, que le roba protagonismo al otro colombiano celebre, Falcao. Si seguimos averiguando las asociaciones de ideas que se hacen con Colombia, seguramente aparezca su espléndida tradición cafetera y literaria de la mano de Gabo y su realismo mágico; así como otras perlas del patrimonio colombiano, pero irremediablemente aparecerán la desigualdad social, la cocaína, la violencia, el paramilitarismo, y las FARC como las tristes señas de identidad de un país que en realidad no conocemos con exactitud.


Nuestra principal ventana de información sobre Colombia es una prensa que normalmente solo menciona la evolución de los diálogos de paz con las FARC, esos guerrilleros desde la espesura de la selva, catalogados de terroristas por unos y salvadores por otros, que representan la parte más conocida del conflicto colombiano, cuando en realidad solo son una pequeña parte.



Si estudiamos la cronología reciente de Colombia, aparecen muchos actores además de las FARC, como los campesinos/as, indígenas, afrodescendientes, mujeres, los terratenientes, los paramilitares, los curas de las iglesias rurales los activistas sindicales, los variopintos políticos, los empresarios multinacionales o los periodistas tanto perseguidos como perseguidores. Asociar la violencia colombiana al movimiento de las FARC es simplificar un drama que ha ocasionado secuestros, desplazamientos, violaciones y asesinatos, que matemáticamente alcanza la suma de 5.000.000 víctimas desde 1945, y que humana y socialmente se trata de una tragedia inabarcable con operaciones aritméticas.


El interesado por disipar las tinieblas de la desinformación o el desconocimiento que rodea el conflicto colombiano advierte rápidamente que el origen y meollo actual de tanta fatalidad radica en el control de las tierras y su fructífera explotación agrícola. Todo surge por el interés de apropiarse la fértil tierra colombiana a través de cualquier medio, complicándose la situación con el paso de tiempo y con el valor del negocio en juego. En este camino de tristezas, vergüenzas y fatalidades, las mentiras han sido las verdaderas protagonistas de una realidad esquiva para foraneos que mezcla desplazamientos, intereses empresariales, líderes locales, corrupción política, narcotráfico, paramilitares, prensa imparcial, inversiones internacionales, y, como siempre, víctimas inocentes de una guerra por dinero que jamás quisieron.

La violencia, a día de hoy, ha contaminado a todos los estamentos generales de la sociedad sin exclusión, pero también a la vida e ilusiones particulares de cada colombiano. Colombia y todos sus colombianos necesitan un proceso de paz tan amplio como las consecuencias provocadas por la violencia. En este sentido, INCIDEM va a participar en un proyecto de paz para Colombia, liderado por Planeta Paz y secundado por Intermon Oxfam UK, que apostando por la participación ciudadana y la capacitación de las organizaciones públicas, privadas y sociales, quiere contribuir para que la ruta hacia la paz sea posible, estable y duradera



Además del trabajo en el terreno, INCIDEM hoy queremos dar difusión a un interesante artículo que puede aportar información rigurosa de la coyuntura actual colombiana: "El poder de las tinieblas", en el que se pretende ir al fondo de los señalamientos, inculpaciones, injurias, calumnias del poderoso circulo de poder empresarial  y mediático cercano al senador  y expresidente, Álvaro Uribe en razón del acompañamiento en la defensa de la vida y los territorios de las comunidades del Bajo Atrato y Urabá Antioqueño. Es un publicación elaborada por el P. Javier Giraldo, Alberto Franco, Danilo Rueda y Abilio Peña.


,de Javier Giraldo, Alberto Franco, Danilo Rueda y Abilio Peña.






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